Fuente de vitaminas y minerales: Un tomate puede aportar alrededor del 40% del requerimiento diario de vitamina C. La vitamina C es un antioxidante natural que actúa contra el cáncer que causan los radicales libres. También contiene vitamina A y abundante potasio, así como hierro. El potasio juega un papel vital en el mantenimiento de la salud del nervio y el hierro es esencial para mantener la salud de la sangre. La vitamina K, que es esencial en la coagulación de la sangre y controla el sangrado es abundante en los tomates.
Contrarresta el efecto del tabaco: Los dos componentes principales de los tomates, el ácido cumárico y el ácido clorogénico, son esenciales en la lucha contra las nitrosaminas que se producen en el cuerpo al fumar y que son los principales agentes cancerígenos en el humo del cigarrillo.
Mejora la visión: La vitamina A, presente en el tomate ayuda a mejorar la visión, la prevención de la ceguera nocturna y la degeneración macular.
Mantiene el intestino sano: El tomate mantiene el sistema digestivo saludable y previene contra el estreñimiento y la diarrea. También previene la ictericia y elimina eficazmente las toxinas del cuerpo.
Reduce la hipertensión: El consumo diario de tomate reduce el riesgo de desarrollar hipertensión.
Alivia la diabetes: Un estudio realizado por Diario de la Asociación Médica de Estados Unidos muestra que el consumo diario de tomate reduce el estrés oxidativo en la diabetes tipo 2.
Cortés se trajo de América una variedad de tomates más pequeños y amarillos, que eran los que los Aztecas habían desarrollado. Cuando los recibieron los italianos, los bautizaron como manzanas doradas o pomodoropomodoro. Posteriormente los botánicos italianos realizaron cruces con nuevas variedades traídas del Nuevo Mundo y desarrollaron los tomates rojos. Actualmente hay tomates de diversos colores: azul marino, verde, rosa, rojo intenso, amarillo, etc.